La importancia de la obra de nuestras manos ante los ojos de Dios, es la nobleza
reflejada en una acción llena de amor, porque queremos al Padre que está en los cielos,
cuando nuestro corazón está lleno de amor, no vemos nuestra recompensa, porque
sabemos que de ella se encarga Dios, pero realmente el móvil de cada acción social, es
que se haga la voluntad de Dios, y es amarnos los unos a los otros.
La importancia de la obra de nuestras manos ante los ojos de Dios – Y la misión de la
iglesia
En Mateo 25: 34-35-36 dice “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis;
en la cárcel, y vinisteis a mí.” La pregunta es, cuántas veces hemos atendido a Jesús.
Aseguremos pues, que las obras de nuestras manos sean hechas de corazón y con amor,
porque Jesús, ha dejado evidencia que cada una de las necesidades que podemos cubrir
de nuestro prójimo son hechas para Él, todos somos su creación, si usted, ha conocido a
Cristo en espíritu y verdad, debe sentir como Él, actuar como Él, entonces el dar sin la
doble intensión de que Dios, lo va a recompensar, es más bien un acto sublime y lleno
de bondad, y desinterés, usted haga su parte y Dios hace la de Él.
La iglesia no se hará ciega ante la necesidad del prójimo, si este tiene hambre, una
iglesia de Cristo, le dará de comer, pero no solo en la carne, una iglesia de Cristo
alimentará al ser por completo, porque imita a Dios, y sabemos que no solo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, por ello, es elemental
el alimento espiritual, sin obligar, sin obligarse todo ha de fluir con amor y por el amor,
la recompensa que se tendrá esta en las manos de Dios.
La iglesia, siempre será manejada por Cristo y para Cristo, atenta siempre a las
necesidades del prójimo, no para mantenerlos, sino para enseñarle que ellos merecen
amarse, valorarse porque Cristo les ama, porque es un hijo bien amado de Dios, eso
también es dar, todo lo hemos de hacer en el amor de Cristo, orar sin parar es una de
nuestras facetas más importantes y siempre los invitamos en el poder del acuerdo a
hablar con Dios.
Sabemos que cuando vemos la necesidad de otro ser, no es en nuestros ojos como tal,
son los ojos de Cristo que nos permite ver, ante ello debemos actuar bajo su dirección,
porque la solución de esa situación, las puso en nuestras manos desde antes de nacer,
Jesús, quiere que obremos a favor de la causa ajena que nos ponga, en su nombre de
manera amorosa y delicada como Él lo haría, ser cristiano es un privilegio que le
invitamos a disfrutar, porque dar, es un placer que ni aún el recibir puede igualar, la
sonrisa, el asombró de otro individuo al volver a sentirse amado por Dios, no tiene
precio, y hasta la mirada de agradecimiento de un animal, no tiene comparación.
Así, Dios retrata su imagen en nuestras mentes y corazones, si tienes comparte, pero
desde el amor de Cristo, es como un hijo que hace algún acto bueno, pero quiere y desea
ser visto por su padre, se imaginó toda la escena verdad, bueno, eso es lo que sentimos
los cristianos cuando hacemos obras sociales para Cristo, es el placer de saber que Él,
nos ve, y que Él, sabe que lo hacemos con amor, para agradar hoy y siempre, a nuestro
Padre Celestial.
Si usted desea y quiere sentir ese amor que sentimos los cristianos, de esta manera
desinteresada, le sugiero busque un lugar en donde no pueda ser interrumpido,
concéntrense en cuerpo, alma, y espíritu y si no sabe, cierre sus ojos, ahora hable con
Dios, pídale que perdone sus pecados, declárele que quiere que entre en su corazón, que
lo acepta como su único Señor y Salvador que escriba por favor escriba su nombre en el
libro de la vida y que no lo borre jamás. Bienvenido al mundo cristiano, en donde dar es
una bendición que el recibir aún o puede superar.
Que muertas buenas obras sean siempre para glorificar a Dios.
Mi Casa y Yo
Hna. Mercedes Pérez Sarrameda